Sexualidad

¿Qué ocurre con la sexualidad en la actualidad? ¿A qué se debe el incremento de consultas relacionadas? ¿Vivimos realmente una situación sin precedentes?

La sexualidad ha sido y es uno de los temas “fetiche” en gabinetes de psicólogos, psiquiatras y terapeutas y probablemente una de las cuestiones que mejor sobrevive transgeneracionalmente como motivo de consulta, provocando inseguridad, dudas y miedos a lo largo de los años. No en vano, la sexualidad fue el motor de los primeros desarrollos psicológicos en el estudio de la histeria y, por ende, de gran parte de las teorías psicológicas actuales.

Durante estos últimos años los profesionales de salud mental hemos observado un notable incremento de dificultades relacionadas con cuestiones sexuales, particularmente en el periodo que abarca el final de la adolescencia y los primeros años de la edad adulta (entre los 18 y los 25 aprox.). Cuando se habla de sexualidad en la actualidad y de sus problemas es fácil caer en el tópico generacional y culpar “a esta juventud”, tan alejada de los modos y costumbres de sus progenitores que tienden a percibir a sus vástagos como proclives, descerebrados o excesivamente desinhibidos. Evidentemente esto es una visión reduccionista de la situación, la sexualidad evoluciona con la sociedad y la extrañeza o preocupación por cómo los hijos la afrontan ha acompañado a la paternidad desde hace ya muchas décadas. Es el comúnmente llamado “narcisismo generacional” el que les lleva a pensar – a los padres – que no hay juventud como la que ellos vivieron y que, por lo tanto, todo lo que vino a continuación fue siempre peor.

No obstante a lo anterior, es cierto que a lo largo del último siglo hemos vivido cambios sin precedentes en nuestro entorno, propiciados en gran medida por el desarrollo tecnológico, que hacen de esta una generación única por sus particularidades y que han provocado que la brecha generacional entre padres e hijos sea quizás mayor que nunca. Hoy pretendemos de forma muy breve arrojar algo de luz sobre los que considero son algunos de los grandes retos de la sexualidad actual para, en un próximo post, hablar de cuáles son los motivos que animan a los consultantes a buscar ayuda con más frecuencia.

Comencemos pues por las que diría son 3 de las fallas estructurales más importantes de la actualidad y que están propiciando este incremento en patología sexual.

1. Desarrollo sexual a dos velocidades. Antes de la llegada de Internet acceder a contenido sexual de forma precoz suponía un esfuerzo notable, fotografías, vídeos o incluso pequeños juguetes subidos de tono eran objeto de ocultamiento, de préstamos en la sombra o de regalos secretos entre hermanos, primos o amigos. Las nuevas tecnologías han hecho accesible el sexo a edades en las que antes resultaría impensable, de forma inmediata y casi ilimitada. Sin embargo, los entornos familiares y educativos han tenido una evolución mucho más lenta y, durante mucho tiempo, no quisieron o supieron ver una realidad que los desbordaba. Para cuando los infantes tenían una primera aproximación al sexo en la escuela (y hablamos de diferenciación genital y de pura mecánica reproductiva) muchos de ellos ya habían estado expuestos a contenidos explícitos y manejaban holgadamente términos del lenguaje que sonrojarían a muchos de los adultos que les enseñaban. La situación no ha sido muy diferente en los hogares, muchos de los cuales aún a día de hoy conservan las mecánicas pedagógicas propias del tiempo en que los padres se criaron, algo lógico en realidad.

2. Sexualidad basada en modelos. El sexo es una poderosa herramienta a nivel comunicacional, publicitaria y de ventas y pocas cosas captan la atención con su facilidad, pruebe sencillamente a decir en voz alta “sexo” en un alborotado autobús o avión y compruebe el efecto silenciador que provoca a su alrededor. Mientras que los que rozamos canas no nos sorprendemos por ver su uso en publicidad, sus aplicaciones han trascendido la misma desde hace ya mucho, convirtiéndose actualmente en el eje argumental de películas, series de televisión, sagas literarias, estilos musicales o incluso “seña de identidad” de celebridades que hacen gala de una conducta, estilo o lenguaje hipersexualizado que no pasan desapercibidos para los más jóvenes. Al igual que aspiramos a parecernos, alcanzar los hitos o disfrutar como lo hacen nuestros modelos, hoy se aspira a vivir la sexualidad tal y como ellos lo hacen (o al menos tal y como ellos dan a entender que lo hacen). De otro lado tenemos la pornografía, cuyos efectos también se hacen notar, aunque esto es harina de otro costal que quizás desarrollemos otro día de forma independiente. Como toda imitación presenta inconvenientes, y es que asumir las actitudes de otros como propias en algo tan personal como el sexo no suele tener un “final feliz”, digámoslo así.

3. Sexualidad abordada como función aislada del individuo. ¿Y qué ocurre cuando aparecen las dificultades? Aquí hay que andar con cuidado porque a día de hoy se ofrecen formas de abordar los problemas sexuales casi tan variadas como los propios problemas. Desde el suplemento vitamínico, pasando por los manuales de autoayuda, homeópatas, sexólogos, talleres, hasta la psicoterapia… todas ofrecen soluciones a problemas acuciantes, pudorosos y que generalmente angustian profundamente al individuo pero, ¿realmente funcionan? Sin ánimo de entrar a discutirlas de forma aislada, sus fundamentos o resultados, si haremos hincapié en un problema subyacente a muchas de ellas: entender la sexualidad como algo aislado de la propia subjetividad del individuo. Abordarla como un mecanismo a parte que puede entenderse y manipularse sin tener en consideración el resto de elementos que conforman la personalidad del sujeto, o el significado que la sexualidad tiene para el mismo.

Mensajes contrapuestos en casa, el colegio y la calle, una comunicación no siempre clara y a cuentagotas, fuentes casi ilimitadas de información en ocasiones erróneas o confusas.. generan un caldo de cultivo denso y complejo en el que el individuo debe desarrollar su propia visión de la sexualidad, de lo que significa para él, del papel que va a cumplir en su vida, de su propia subjetividad. Una tarea nada sencilla para muchos que en ocasiones desemboca en dificultades que impiden a la persona vivir su sexualidad de forma plena.

En el próximo post veremos en qué se traduce todo esto y cómo se manifiesta a nivel personal. Una lectura desde la subjetividad del individuo que nos ayudará a entender un poco mejor lo expuesto hasta ahora.

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Gregorio Serrano
Psicólogo Especialista en Psicoterapia Psicoanalítica
Psicólogo en Sevilla

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