Averigua cuáles son los efectos del alcohol en nosotros y cómo los produce

El alcohol ha estado presente en la humanidad casi desde su origen, y su destilación se remonta al siglo IX a.C. Actualmente el alcohol está ineludiblemente vinculado al ocio, la fiesta y los actos sociales en la gran mayoría de países desarrollados.

El alcohol nos hace sentir mejor (al menos al principio), nos desinhibe, nos hace más sociales y divertidos, parece aliviar nuestros miedos y nos permite hacer cosas que de otra forma difícilmente seríamos capaces pero, ¿qué nos ocurre realmente cuando bebemos alcohol?…

¿Sabías que es suficiente masticar una fruta y escupirla para que la saliva la fermente y produzca alcohol?

¿Qué ocurre en nuestro cerebro?

Partamos del hecho de que determinadas situaciones nos ponen nerviosos (muchas de ellas de carácter social): nos hacen dudar, sentir inseguros o sencillamente nos dan miedo. Este tipo de emoción lleva asociada una sobreactivación del sistema nervioso, que desemboca en reacciones fisiológicas desagradables: palpitaciones, sudoración, tartamudeo, hormigueos, boca seca.. Además, todas estas sensaciones tienen un efecto “bucle”, haciéndonos sentir aún más nerviosos.

El alcohol es un depresor del sistema nervioso, lo que significa que produce exactamente el efecto contrario a las reacciones anteriores. El problema psicológico raíz que nos hace ponernos nerviosos sigue ahí, pero el alcohol suaviza sus efectos haciéndonos sentir mejor.

¿Sabías que el alcohol interactúa con el mismo tipo de receptor cerebral que las famosas benzodiacepinas (Lexatin, Orfidal, Noctamid, Valium…) y que puede llegar a producir tolerancia cruzada (mayor tolerancia a una de ellas por el consumo frecuente de la otra)?

¿Qué ocurre en nuestra mente?

Hay diferentes perspectivas a la hora de explicar los efectos del alcohol en la conducta a nivel psicológico. Veamos a continuación cómo podrían interpretarse desde la conocida segunda tópica Freudiana, que nos habla de la existencia de 3 instancias que rigen nuestra vida mental: Ello, Yo y Superyó.

El Ello: es el hogar del deseo, de la satisfacción inmediata, del hedonismo, es nuestra parte más animal, que busca constantemente la descarga sin tener en cuenta nada más.

El Superyó: es el hogar de la ley, de lo que nos han enseñado que es lo correcto, de lo socialmente aceptable. También lo es de nuestras propias exigencias, de los ideales que nos definen, de lo que creemos que debemos ser.

El Yo: es el encargado de mediar entre Ello y Superyo, es nuestra carta de presentación diaria, la parte de nuestro ser más accesible para nosotros mismos y donde operan los mecanismos de defensa.

Cuando tomamos alcohol el Superyó es el que resulta más afectado “adormilándose”.  Como consecuencia nos preocupa menos lo correcto y lo que es socialmente aceptable. Se suavizan los ideales y el nivel de exigencia que nos imponemos a la hora de hacer las cosas; cuando el Superyó duerme lo importante es disfrutar, nada más. En estas condiciones nuestro Ello opera con más libertad, emerge nuestro verdadero deseo normalmente frenado por la norma.

 ¿Pero qué ocurre cuando pasan sus efectos? El Superyó siempre vuelve y castiga duramente al Yo por lo ocurrido en su ausencia. Como consecuencia aparecen los típicos sentimientos de tristeza o culpa del día después, momento en el que nuestro Yo tiene que lidiar con lo que ha hecho y enfrentar la crítica de nuestra instancia más rígida.

¿Sabias qué, desde este punto de vista, algunos blackouts o periodos de amnesia tras el consumo excesivo de alcohol podrían ser interpretados como consecuencia de la acción de los mecanismos de defensa? Con la vuelta del Superyo, el Yo reprimiría los recuerdos de lo ocurrido durante la intoxicación para evitar el castigo o la culpa.

Recuerda que recurrir al consumo de sustancias para sentirte mejor o afrontar situaciones difíciles no es una situación sostenible que pueda prolongarse en el tiempo. En particular el alcohol es la sustancia que más problemas provoca a nivel social, personal y de salud en nuestro país. Su consumo continuado provoca lesiones cerebrales y una reducción del número de neuronas, mientras que una dosis excesiva puede llegar a producir el coma y la muerte.

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Gregorio Serrano
Psicólogo especialista en Psicoterapia Psicoanalítica

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Un comentario en “¿Por qué somos más atrevidos y sociales con alcohol?”

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